Nosotros

“A partir del conocimiento se desarrollan las emociones o los sentimientos y el disfrute, y el respeto a los mismos”

Proemio

No es aventurado decir que nos encontramos con la arquitectura desde que nacemos, la tenemos permanentemente presente desde que dirigimos nuestra primera mirada al entorno en los albores de nuestra existencia. A nuestro alrededor percibimos, desde el momento en que nuestros ojos se abren, unos seres que constituyen nuestro entorno familiar más cercano, que nos acompañarán largo tiempo en nuestras vidas pero que no están aislados, sino situados en un contexto: paredes, techo, suelo, espacio, dimensiones, formas... Aprendemos a nombrar estos conceptos y vamos asumiendo la noción de casa, calle, pueblo, ciudad... En definitiva, la arquitectura nos recibe en el mundo cuando llegamos y no nos resultará nunca ajena, sino familiar, siempre nos acompañará.

El paisaje que contemplará siempre nuestra mirada contendrá inexorablemente, ya sea en la urbe o en el ámbito rural, algún elemento que nos relacione con la acción del hombre a través de los tiempos para dominar la naturaleza y hacerla habitable, de acuerdo con sus necesidades. La arquitectura arte, ciencia, técnica y todo lo que entraña pierde sus orígenes en la noche de los tiempos, pero en todo su desarrollo ha mantenido constante un elemento esencial e imprescindible: la creatividad.

Fue la creatividad, ese impulso interior, ese genio, lo que llevó al hombre a construir sus primeras moradas, habilitando los espacios de las cuevas como asentamiento donde resguardarse de las inclemencias de una naturaleza hostil. Después seguiría avanzando y seguiría creando en una carrera sin prisa pero sin pausa hasta llegar a nuestro entorno contemporáneo. La evolución del medio en el que la humanidad se ha ido desenvolviendo, la configuración de viviendas, pueblos, ciudades, de sus equipamientos, de sus servicios, han sido el fruto de la actividad creativa aplicada a la evolución del entorno físico.

Por supuesto, en el equipo de Marcos Sáinz, fundador del Estudio MS, se mantienen estos caracteres y fundamentos, y su labor creativa tiene esos mismos orígenes: la percepción a través de la mirada del entorno que nos ha rodeado, el análisis y la abstracción de lo observado, la aplicación de criterios tales como la utilidad, la belleza, la necesidad, una carga de sensibilidad más o menos agudizada y poco más. A partir de ahí, la formación tendrá una fundamentalísima importancia porque a lo visto, lo percibido, lo sentido y lo pensado como si de una visión onírica se tratase habrá que darle forma aplicando los conocimientos técnicos necesarios para materializar la obra, unos conocimientos que se han ido generando con la propia evolución del hombre y, consiguientemente, de la arquitectura.

La arquitectura ha ido cubriendo las necesidades sociales y ha tratado de prever nuevas aspiraciones. Los arquitectos eran unos servidores públicos, y deben seguir siéndolo, resolviendo los problemas de las personas por la vía de la proximidad, aportando sus ideas y su creatividad con la vista puesta en la eficiencia, en la utilidad, en la belleza y también esta es una cuestión fundamental en la aplicación de las mejores soluciones a costos contenidos y no desmesurados. Por supuesto, ha de dejar su impronta y su estilo personal en cada obra; no sería legítimo hacerlo de otra manera.

No es justo dejar sin mencionar la importancia de la arquitectura del paisaje en la unidad del conjunto, porque el jardín mejora el entorno, humaniza y dignifica el paisaje, la casa, la calle, la ciudad; hace amables los espacios, dulcifica el ambiente, limpia la atmósfera que respiramos, amortigua los ruidos y pacifica los ánimos.

No debemos olvidar la idea de que en el recorrido que va desde la abstracción inicial hasta la idea final y su realización se entabla un diálogo entre la obra arquitectónica y la cultura, la geografía o el paisaje, el estilo y la forma de vida de quienes la habitarán, y en ese diálogo aparecen influencias producto de una comunicación histórica fluida, enriquecedora y permeable. Se añaden así a las arquitecturas locales rasgos y elementos que proceden de otras ajenas, creando simbiosis innovadoras sobre tradiciones asentadas. Son influencias culturales que van de unas zonas a otras y retornan matizadas en un maravilloso viaje de ida y vuelta con aportaciones estructurales o decorativas fruto del encuentro.

Nada es permanente, todo fluye. El paso del tiempo produce efectos en todo lo existente y la propia ciudad cambia, se transforma, no está al margen de esta inexorable realidad. Crece, se dota de equipamientos y servicios, progresa como todo lo humano. Estas modificaciones, estas mutaciones, son efecto de la arquitectura, que al tiempo que la transforma, modifica también la forma de mirarla, de sentirla y de vivirla.

A partir de ahora serán las imágenes las que expresen el espíritu que guía al Estudio MS en su modo de entender y desarrollar la arquitectura, si bien estas no pueden fijar con suficiente precisión esa importancia esencial antes apuntada que tiene el concepto de familia, de equipo, de grupo, en el desarrollo racional y humano de la arquitectura. Igual que en la familia se transmiten sentimientos, principios y valores de generación en generación, la agrupación en entornos más amplios, en pueblos y ciudades, multiplica esa transmisión y perfecciona esos valores, ideas y sentimientos, generando una conciencia social colectiva. La arquitectura, a través de quienes la desarrollan en la práctica profesional, tiene un deber social básico: mantener y potenciar ese fenómeno social de intercambio facilitando la convivencia, el diálogo y la comprensión.

Para ello hay que tomar conciencia de que tras las fachadas desarrollan su vida seres humanos, en muchos casos como unidades familiares, y que, por lo tanto, en las edificaciones hay que generar espacios para la convivencia y el diálogo. No obstante, a partir de esa unidad familiar, de puertas para afuera, la vida fluye, la convivencia se tiene que extender y el intercambio de ideas y valores ha de producirse para generar sociedades más justas y solidarias, potenciando así la constante y permanente misión perfeccionadora del mundo que debe acometer cada ser humano para facilitar este flujo vital. Confiamos en que ese es el camino por el que hay que encauzar el trabajo.